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Se
alarga la sombra del 11-S (1) |
JOSÉ VIDAL BENEYTO 24-04-2004
Los atentados de las Torres Gemelas, al instituir
al terrorismo en actor principal de la vida pública
y del acontecer internacional, se han convertido
en el proceso fundador de la nueva geopolítica
mundial. Todo gira en torno suyo y, sin embargo,
seguimos ignorando los aspectos más esenciales
del 11-S, pues el Gobierno de EE UU no ha publicado,
a pesar de los dos años y medio transcurridos,
un informe oficial sobre el mismo. La creación
a finales de 2002 de una Comisión Nacional
sobre los ataques terroristas a EE UU promovida
y apoyada por el Congreso y por el presidente,
es al mismo tiempo el reconocimiento de la incapacidad
oficial para darnos una versión probada
de los hechos y una operación de relaciones
públicas destinada a tranquilizarnos sobre
el interés que se tiene por su esclarecimiento.
Compuesta por 10 miembros, entre ellos el muy
pugnaz Richard Ben-Veniste, ex fiscal del caso
Watergate, y presidida por Thomas Kean, antiguo
gobernador republicano de New Jersey y desde 1990
presidente de la Drew University, ha previsto
la celebración de 12 audiencias, de las
cuales 10 han tenido ya lugar, y las dos últimas,
en mayo y junio, precederán la presentación
del informe final en julio de este año.
Ante la Comisión han comparecido los máximos
responsables de la política exterior y
de defensa de la actual Administración
republicana -Powell, Rumsfeld, Armitage, etc.-
y de la Administración demócrata
anterior -Albright, Cohen, Berger, etc.-, así
como los directores de las grandes agencias de
inteligencia -Tenet (CIA), Mueller III (FBI)-
y los attorney general John Ashcroft y su predecesora,
Janet Reno. Las audiencias, centradas no en la
averiguación de lo que realmente sucedió
el 11-S, sino en constatar la incapacidad de los
diversos servicios de seguridad norteamericanos
para advertir lo que se estaba preparando y tomar
las medidas que lo impidieran, es absolutamente
frustrante, pues se reducen a un inventario de
decires y contradecires en los que todos quieren
sacudirse la responsabilidad cargándosela
al otro. Y así la táctica general
de la actual Administración republicana
ha sido acusar a la Administración de Clinton
de todos los fallos, y en esa tarea Ashcroft,
actual ministro de Justicia, se lleva la palma,
pues, para él, durante casi 10 años
los demócratas, con Clinton en cabeza,
"no han querido ver dónde estaban
nuestros enemigos y la infiltración de
que era objeto nuestro país". Claro,
que, frente a esa afirmación de Ashcroft,
Thomas Pickard, director en funciones del FBI
en dicha época, afirma haberle enviado,
en junio y julio de 2001, dos informes advirtiéndole
de las amenazas inminentes de atentados, a los
que Ashcroft no prestó ninguna atención.
Por su parte, Dale Watson, responsable de la Unidad
Antiterrorismo del FBI, subraya que en el Memorándum
de Ashcroft del 10 de mayo de 2001 sobre las cinco
prioridades de su mandato ni siquiera figura el
terrorismo y que se negó a aumentar los
recursos del FBI, previstos en el plan elaborado
por la Administración de Clinton para dotarse
de una estructura policial efectiva contra el
terrorismo. Las audiencias han puesto también
de relieve la pugna entre el FBI y la CIA, en
este caso relativas a las 70 investigaciones del
FBI sobre actividades de Al Qaeda en EE UU de
las que ni Ashcroft ni Bush dicen haber tenido
noticia. Pero Richard Clarke, responsable en 2001
del grupo antiterrorista en la Casa Blanca, en
su libro Against all ennemies, afirma que
en el Informe Diario para el Presidente del 6
de agosto de 2001, que le envió a su rancho
de Crawford, le advertía de las actividades
de los grupos de Bin Laden en EE UU desde 1997
y de su aceleración en los œltimos años.
El 29 de abril, Bush y Cheney serán oídos
por la Comisión, que insistirá en
su grado de conocimiento de todos estos hechos
y su falta de reacción frente a los mismos.
¿Se trata de simple irresponsabilidad o,
como pretenden los adictos a la teoría
de la conspiración, de un dejar hacer que
justificase la movilización bélica
que querían poner en práctica?
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John Ashcroft
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'Se alarga la sombra del 11-S' |

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