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         120 CUARTO ANIVERSARIO DEL 11-S


'Katrina' se lleva por delante el respaldo que la Casa Blanca acumuló tras el 11-S

PEDRO RODRÍGUEZ - 11-09-2005 - ABC


Tras la ofensiva de Al Qaida, Bush alcanzó un índice de aprobación superior al 80 por ciento. Después del huracán, por primera vez retrocede más del 40 por ciento

WASHINGTON. La percepción de que Estados Unidos ha fracasado en su primera gran crisis doméstica tras el 11-S se está convirtiendo en una pesadilla política para la Casa Blanca, aunque la responsabilidad sobre lo ocurrido después de «Katrina» no sea monopolio del Gobierno federal. Las últimas encuestas, como la publicada ayer por la agencia Associated Press, atribuyen al presidente Bush por primera vez un índice de aprobación por debajo del cuarenta por ciento, menos de la mitad de la gran reválida popular registrada hace cuatro años tras la ofensiva terrorista de Al Qaida. Ante el televisado panorama de caos y división, dos tercios de los estadounidenses opinan ahora que su país va por mal camino.

Como explican algunos analistas de opinión pública, gran parte de los ciudadanos de Estados Unidos no presta atención diaria a sus líderes y tiende a juzgar a sus presidentes, gobernadores y alcaldes por sus actuaciones ante la crisis. Otros especialistas destacan que esta vez no existe un enemigo externo como Osama bin Laden hacia el que canalizar toda la frustración, ansiedad y desconfianza acumuladas desde la llegada de «Katrina». Y es que, en detrimento de la Casa Blanca, la madre naturaleza ni pasa por las urnas ni se le puede reprochar que haga distinciones de raza o clase social.

Comparaciones inevitables

En las comparaciones inevitables entre «Katrina» y el 11-S se añora particularmente la imagen de unidad institucional ofrecida hace cuatro años.

Bush vinculó ayer en su discurso semanal las labores de reconstrucción tras el huracán Katrina con las secuelas de los ataques terroristas del 11-S y declaró que «los Estados Unidos están preparados para cualquier desafío. Es una nación vigorosa y con capacidad de superación».

En contraste, el huracán ha generado casi inmediatamente un aluvión de reproches y maniobras políticas al quedar en evidencia graves problemas en el frente de protección civil, pese al carácter presuntamente prioritario.

La ausencia de una figura como Rudolph Giuliani o el inmediato simbolismo del presidente George Bush visitando los escombros de las Torres Gemelas también se han dejado notar en esta anunciada pero igualmente destructiva tragedia. Frente a presiones para nombrar un «zar de reconstrucción» del nivel de Colin Powell, la Casa Blanca ha tenido que lidiar con la pésima actuación de figuras tan denostadas como Michael Brown, director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA). Dando pie a un creciente escándalo de incompetente amiguismo político bautizado como «FEMAgate».

Sus prioridades

Incluso después de ser llamado urgentemente a Washington y relevado de su papel como coordinador sobre el terreno de la ayuda federal, Brown se declaró ignorante sobre las razones de su fulminante traslado a segundo plano. Contumaz en su línea de pésimo relaciones públicas, el alto cargo no tuvo reparos en explicar sus prioridades al volver a casa: «Voy a pasear a mi perro, abrazar a mi mujer, y quizá una buena comida mexicana y una generosa margarita, además de dormir la noche entera».

Para acto seguido volver a su despacho y ocuparse, entre otras cosas, de corregir «todas las imprecisiones y mentiras» formuladas contra su persona.

A la hora de investigar actuaciones como las de Michael Brown, la mayoría republicana en el Congreso ha propuesto una pesquisa parlamentaria bicameral. Opción rechazada de plano por los demócratas que insisten, como pasó tras el 11-S, en organizar una comisión independiente bajo la premisa de que sólo se pueden depurar responsabilidades a todos los niveles con un proceso al margen de políticos con un interés evidente en llegar a conclusiones favorables. Todo este pulso contrasta con las ovaciones bipartidistas logradas por Bush durante su intervención extraordinaria ante el Senado y la Cámara de Representantes tras el 11-S.

Hoy, domingo, tras guardar en Washington el ya acostumbrado minuto de silencio por los 3.000 muertos de hace cuatro años, Bush tiene previsto visitar por tercera vez la zona devastada por «Katrina». Aunque a estas alturas, lo que más se espera de la Casa Blanca sea un plan integral de reconstrucción.




 









Rudolf Giulani, ex alcalde de Nueva York, durante los actos del cuarto aniversario del 11-S
(Rick Wilking/Reuters)